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lunes, 18 de julio de 2011

La Masturbación

La masturbación tiene sus riesgos… pero tambien sus ventajas



Si hay alguna actividad humana que realmente tiene mala prensa, ésa es la masturbación.

En realidad es curioso que algo tan practicado, como veremos luego, merezca la actitud que la mayor parte de la sociedad tiene ante esta actividad. Porque el sólo hecho de escuchar mencionar la palabra incomoda a más de un mortal, y el ser acusado de practicarlo es considerado un insulto, y de los peores, en vastos sectores del planeta.
Por otra parte, nadie reconocerá de buena gana hacerlo, y más de uno pone toda su energía en dejar tan “horrible hábito que sólo unos pocos fracasados practican”. Así, se gastan enormes energías y esfuerzo en abandonar el supuesto vicio. Por supuesto que se fracasa en el intento, pero se vuelve a intentar. Y se fracasa nuevamente… y así una y otra vez.
La religión, la sociedad, la familia, todos la condenan desde tiempos inmemoriales y sin embargo… es algo tan terrible?

Algunos “pequeños” efectos colaterales.
A la hora de imaginar las consecuencias que esta práctica acarrearía, nuestros antepasados no escatimaron esfuerzos y se despacharon con todo: eminencias religiosas, hombres de ciencia y charlatanes de turno no vacilaron en afirmar que la masturbación era culpable de trastornos epilépticos, daños en la médula, aparición de pelos en la palma de las manos, acné, ceguera, crecimiento del busto en los hombres, agrandamiento del clítoris en las mujeres y hasta demencia.
Pero se les escapó también una buena: a alguien se le ocurrió decir que agrandaba el pene. (Si bien no aparece en ninguna crónica, es de imaginar el desbande producido entre quienes escucharon esto buscando desesperadamente un lugar solitario para verificarlo).
Como tanta crítica al parecer no era suficiente, por las dudas los moralistas la calificaron también de vicio solitario, acto de egoísmo supremo, acto gravemente desordenado, autoabuso, acto vergonzoso, fuente de pecado y defecto humillante, por mencionar sólo algunos de los calificativos.
La pregunta que entonces nos surge es: Porqué tanta unanimidad en denostar a la masturbación?
Buceando en la historia nos encontramos que el psicoterapeuta Ricardo Carmen Manrique * nos retrotrae a los tiempos en que se consideraba que el esperma estaba formado por una legión de hombres microscópicos. El papel de la mujer por entonces se limitaba simplemente a proveer un campo fértil para que estos hombrecitos se desarrollaran.
Desde este punto de vista la masturbación no era otra cosa que la matanza de una enorme cantidad de futuros posibles hombres, lo cual parece al menos una postura lógica para la época y un posible origen de la visión negativa que se tiene del tema.
Sin embargo, el tiempo ha pasado, la ciencia ha avanzado y esas ideas han quedado atrás pero las condenas a la masturbación aún continúan desde los sectores más conservadores de la sociedad, especialmente desde buena parte del mundo religioso y su mala imagen se encuentra sumamente arraigada en nuestra sociedad.

Hablemos de números.
Es curioso cómo, a pesar de toda la propaganda antimasturbación que recibimos desde pequeños, igualmente continuamos con esa práctica, aún a costa de que el hacerlo nos genere una carga de remordimiento para nada positiva.
Porque la verdad es que hacerse, se hace.Y vaya si se hace!
Las cifras nos revelan que alrededor del 95% de los hombres y el 36% de las mujeres lo practican, aunque en este último caso las cifras pueden ser muy superiores de acuerdo al estudio que consideremos. (Parece que las mujeres son más remisas a reconocerlo).
Además, si bien la masturbación se inicia y se practica con mayor asiduidad en la adolescencia, es una práctica que continúa hasta edades bien avanzadas, aunque con una frecuencia cada vez menor, como es de imaginar, como demostró Alfred Kinsey***, entre otros.
En otras palabras: casi todos lo hacemos durante la mayor parte de nuestra vida. Y no andamos sufriendo convulsiones, ni con las palmas de las manos peludas, ni las mujeres andan por allí cargando sus enormes clítoris, y tampoco los hombres andamos fascinados con nuestros pechos, salvo honrosas excepciones de origen quirúrgico.
Ello inevitablemente hace sospechar que lo que nos decían no era del todo acertado, no les parece?

En busca de la objetividad perdida.
Ahora bien, la pregunta que nos surge es: tiene sentido semejante rechazo a la masturbación? Hay elementos científicos serios que lo avalen?
En lo que sigue del artículo intentaremos ver el tema con objetividad e intentar analizar que tanto tiene de aberrante y qué de beneficioso, manteniéndonos al margen de los problemas que tal actividad pueda generarnos con nuestra conciencia a causa de nuestras convicciones religiosas, ya que eso pasa por la fe de cada uno y no tenemos autoridad ni intenciones de cuestionarlas.
La realidad es que,como la mayoría de las cosas en este mundo, la masturbación tiene sus claroscuros, sus partes buenas y su aspecto negativo.

Que no se nos vaya la mano (literalmente, en este caso).
El primer problema que mencionaremos, es que al no haber demasiados requerimientos para poder ser practicada, es posible dejarnos llevar por nuestros deseos y comenzar a masturbarnos con demasiada frecuencia, al punto de que pueda convertirse en una costumbre adictiva, que como tal, puede aislarnos socialmente, con las complicaciones que ello acarrea.
Así, la masturbación realizada en forma abusiva nos puede llevar a acostumbrar a nuestro cuerpo a un determinado tipo de excitación, lo cual dificultará que podamos llegar al orgasmo cuando el modo de excitación varíe.
El hecho de acostumbrarnos a una determinada velocidad, presión o postura nos puede llevar en casos extremos a que cuando debamos desempeñarnos en pareja nuestro cerebro no sea capaz de procesar ese modo de excitación, o que ésta no resulte suficiente.
Llegados a este punto nos sería muy difícil, si no imposible, llegar al orgasmo.
La forma de prevenir esto, además de no excedernos en lo que hace a la frecuencia, es ir variando la técnica masturbatoria, lo cual también nos ayudará a abrir nuestra mente al obligarnos a imaginar variantes.

Y ahora la parte buena.
Ahora bien, cambiemos la cara, porque no todas son malas, también hay algunos puntos a favor. Y no son pocos.
El primero que podemos mencionar es que la masturbación en las mujeres, y en menor medida en los hombres, nos permite autoexplorarnos, descubrir cuáles son nuestras zonas erógenas, y en qué forma y hasta qué punto excitarlas. Descubrir qué nos agrada y qué no, es de enorme importancia, y nos permitirá mejorar nuestra relación, ya que podremos guiar a nuestra pareja por los caminos que mejor nos lleven al orgasmo.
En el caso de los hombres esto también nos permite identificar los momentos previos al impulso eyaculatorio, con lo cual podremos aprender a manejarlo y así prolongar el acto sexual.
Por otra parte la masturbación es un importante recurso que tiene nuestro organismo para liberarse de las pequeñas frustraciones y de las tensiones que día a día nos provoca la vida, las cuales de otro modo se irían acumulando en nuestra mente (el tan temido estrés) terminando por minar nuestra salud. No es nada anormal que ante algún contratiempo, por pequeño que sea, nos sorprenda el deseo de masturbarnos. No se trata de alguna perversión que tenemos, es simplemente un mecanismo de defensa.
También, en más de un caso masturbarse un rato antes de tener relaciones se convierte en una eficaz manera de evitar la eyaculación precoz, ya que nos permite tener un rato más o menos prolongado para disfrutar del sexo en pareja, y en el caso de no tener pareja, es un muy buen método para descargar la tensión sexual acumulada, evitando que dicha tensión afecte nuestra vida diaria y nos metamos en problemas.
En el caso de las mujeres además, la masturbación trae aparejada un relajamiento muscular que puede ayudar a aliviar el dolor menstrual.
Y como si todo esto fuera poco, un estudio realizado en 2002 por el Centro Australiano de Investigaciones en Sexo, Salud y Sociedad dependiente de la Universidad de La Trobe, en Melbourne, permite concluir que eyacular más o menos frecuentemente, ya sea en relaciones sexuales o mediante la masturbación, resulta beneficioso para la prevención del cáncer de próstata, ya que el semen hace una función de limpieza, arrastrando sustancias residuales potencialmente peligrosas.
Dicho estudio se realizó entre más de 2.000 hombres, aproximadamente la mitad de los cuales padecía cáncer de próstata. Los resultados revelaron que el número de casos disminuía entre quienes más eyaculaciones habían tenido entre los 20 y los 50 años.**
De todos modos este estudio todavía no ha sido totalmente aceptado y aún debe ser ampliado y ratificado, pero es un primer indicio de algo que puede modificar la visión que se tenía de las cosas.
Bueno, como verán, luego de todo esto no podemos más que concluir que la masturbación no es nociva ni antinatural.
Los pros son muchos más que los contras, y si bien conviene siempre tener en cuenta a éstos porque nos pueden traer complicaciones en nuestra vida en pareja, el saldo es ampliamente favorable, por lo que a partir de ahora pueden salir a decirle a todo el mundo con infinito orgullo lo mucho que se masturban…
O me van a decir que no se animan…?

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